El seguro de vida es una herramienta para protegernos (a nuestra persona, a nuestra familia, a nuestra empresa) ante sucesos inesperados y dañinos. Y cuanto más perjudicial pueda ser esa situación no esperada, más útil resultará contar con un buen seguro de vida o accidentes. Así, los riesgos relacionados con la vida humana y su repercusión en el pago de préstamos con garantía hipotecaria son una de las preocupaciones que, sin duda, son capaces de quitar el sueño a cualquier familia.

Por ello, cuando se contrata un crédito de este tipo, puede ser un buen momento para valorar la contratación de un seguro de vida que garantice que, ante el fallecimiento o la enfermedad incapacitante de alguno de los cónyuges, la familia podrá seguir adelante y no sufrir por los pagos restantes del préstamo que cubre su vivienda o, incluso, perderla.

Inversión de toda una vida

Y es que contratar un préstamo hipotecario supone, con frecuencia, la mayor operación de endeudamiento que adquiere una persona en toda su vida. Tanto portugueses como españoles suelen recurrir a este tipo de crédito para afrontar la compra de su vivienda habitual. Y este tipo de préstamos se convierte en una pieza fundamental de la economía familiar: suele abarcar varias décadas e influye, cuando no condiciona directamente, aspectos como la vida laboral y en pareja, así como la maternidad y la paternidad. Ese diseño vital a largo plazo se basa en la expectativa de que la familia va a ser capaz de generar los suficientes ingresos como para afrontar con solvencia los gastos corrientes de su día a día, incluidos, claro, los ligados a la satisfacción del préstamo.

Es tanta la importancia de este tipo de créditos que, por ejemplo, tanto en España y Portugal como en otros países del entorno, como Italia, y ante la crítica situación económica causada por el COVID-19, se ha fomentado desde los respectivos gobiernos la concesión de moratorias en los préstamos hipotecarios. Así, las familias más afectadas en sus finanzas por la crisis han conseguido un receso en los pagos hipotecarios para aliviar su situación de forma temporal.

Nadie quiere pensarlo pero ¿y si faltamos uno de los dos…?

Los créditos hipotecarios suelen suscribirse, normalmente, en años de juventud y la familia cuenta, como es normal, con que todos sus miembros van a vivir el tiempo suficiente como para satisfacer los pagos a los que se han comprometido.

Pero a veces una enfermedad, un accidente, una desgracia de esas inesperadas que mencionábamos al principio se cruza en el camino. Y un buen seguro de vida puede convertirse en una decisión fundamental, que sostenga el patrimonio familiar en caso de ser necesario. Este seguro podrá ayudar a cubrir los pagos de la hipoteca, así como el del resto de gastos, y permitir labrar un futuro con menos preocupaciones para los más pequeños de la familia.

Hay opciones para todas las necesidades y todos los bolsillos. Pero es fundamental ponerse en manos de expertos aseguradores, que analicen y te informen sobre lo más conveniente en cada caso. Sólo así podrás estar tranquilo tener cubierta económicamente una eventualidad tan terrible para una familia. Y que, llegado el momento, lo que recibas sea exactamente lo que necesitas y lo que contrataste, no lo que interesa más a la entidad financiera con la que has suscrito el crédito. Pero, como decía el escritor alemán Michael Ende, “esa es otra historia, y debe ser contada en otra ocasión”…