La llegada de un hijo es una revolución. Es ilusión, es miedo, es tensión, es felicidad… Una experiencia única y diferente para cada persona, que nos lleva a plantearnos cosas que nunca antes habíamos pensado.

¿Sabré ser un buen padre?

¿Seré la madre que me gustaría?

¿Estoy preparado para dar este paso?

¿Cómo puedo ahorrar para poder hacerme cargo de cualquier imprevisto?

Formar una familia supone también embarcarse en una hipoteca vitalicia. Queremos estar seguros de que todo saldrá bien, y el futuro de ese nuevo hijo pasa a ser una prioridad. No solo porque como padres buscamos su bienestar, también porque no queremos perdernos ningún capítulo de su vida.

En el proceso de convertirnos en padres, desde la llegada del embarazo, comenzamos un proceso de preparación, tanto material como mental.

La seguridad doméstica, la cuna, el carrito, los alimentos, el coche… Todo lo que compramos empieza a tener un nuevo valor añadido, ¿es adecuado para el bebé? ¿Es lo mejor que puedo ofrecerle? Empezamos a ahorrar para alcanzar una tranquilidad económica, algo fundamental para poder asegurarnos de que todas las necesidades de nuestro hijo estén cubiertas.

Por otra parte, empiezan a surgir preguntas existenciales, cuestiones que hasta el momento no nos habíamos parado a responder:

¿Cuánto tiempo disfrutarán mis hijos de sus abuelos?

¿Qué pasaría si a mí me ocurriese algo?

¿Cómo puedo garantizarle seguridad?

Pero antes de caer en un bucle de preguntas, hay que reforzar también la confianza en nosotros mismos:

1. No existen los padres perfectos. Conseguir relativizar los problemas para poder saborear de este momento es tan necesario como el resto de deberes.

2. De repente tu tiempo libre parece haber desaparecido. Llega un momento en el que te preguntas qué hacías antes con tanto tiempo, y ni te acuerdas. Igualmente, necesitamos sacar un rato de vez en cuando para cuidarnos.

3. Que nuestra vida gire en torno al bebé no significa que la del resto del mundo también lo haga. A veces perdemos un poco la perspectiva, y nos olvidamos de que nacen niños todos los días, por lo que también tenemos que intentar valorar las preocupaciones y problemas de nuestras personas más cercanas, aunque nada tengan que ver con un bebé.

Convertirse en madre o padre es una aventura en la que el guión se escribe cada día. Disfrutarlo con la mayor tranquilidad posible es la mejor manera de vivirlo plenamente.

 

 

 

Fuente: 

http://www.webconsultas.com/bebes-y-ninos/el-bebe/consejos-para-padres-primerizos-6910