Cuando por fin llega el momento en el que puedes permitirte comprar una casa y te encuentras en el proceso de buscar financiación es posible que te entren algunas dudas. ¿Seré capaz de afrontar siempre el pago de la hipoteca? ¿Qué pasará si un día no puedo hacerme cargo del pago? Y si un día falto, ¿cómo podrá mi familia seguir afrontando el pago de la hipoteca para no perder la casa?

No te preocupes, tener dudas es algo muy habitual y lo cierto es que nadie podrá respondértelas del todo, ya que nunca sabemos qué nos puede deparar el futuro. Sin embargo, aunque no podemos garantizarte que siempre vayas a poder afrontar el pago de tu hipoteca, sí podemos dejarte algunas recomendaciones que esperamos que te ayuden a estar más tranquilo a la hora de contratar tu primera hipoteca:

 

Revisa bien las condiciones de tu hipoteca:

No todas las hipotecas son iguales, por eso es importante que leas detenidamente las condiciones que te ofrece el banco antes de firmar tu hipoteca y sus exigencias. Lo primero que deberás decidir es si quieres una hipoteca de interés fijo (en la que la cantidad que pagues no variará en el tiempo) o de interés variable, cuyas condiciones variarán en función del Euríbor, lo que hará que tu cuota suba o baje periódicamente. Las hipotecas de interés variable te darán una menor seguridad, pero suelen tener un mejor precio que las de interés fijo y además, las entidades bancarias suelen ser menos exigentes en sus condiciones cuando contratas una hipoteca de interés variable que si contratas una hipoteca de interés fijo (ya que en estos casos la firma de la hipoteca puede estar vinculada a la obligación de contratar otros servicios como cuentas o seguros).

Escoge la hipoteca que te ofrezca el menor tipo de interés, que no esté vinculada a la exigencia de contratar determinados productos con el banco (muchas hipotecas te ofrecen descuentos en el tipo de interés si contratas con la entidad determinados servicios. Pero en este caso, debes tener en cuenta que, si un día decides cancelarlos, el interés puede subirte de manera destacada) y que no te obligue al pago de excesivas comisiones.

Cuanto mejores sean las condiciones de tu hipoteca, más seguridad tendrás de poder afrontar su pago a lo largo del tiempo.

 

Negocia bien las condiciones de tu hipoteca:

Las condiciones de las hipotecas no están “escritas en piedra”, por eso es aconsejable siempre que compares todas las opciones que te ofrecen las entidades bancarias y que negocies el contrato antes de firmar nada. Durante la negociación puedes intentar que la entidad te mejore el tipo de interés, que elimine todas o algunas de las comisiones que te cobrará por la apertura de la hipoteca o por otros conceptos como la amortización anticipada (que se refiere a cuando decides adelantar parte del pago de la hipoteca en un momento dado) o que mejore las condiciones de los productos asociados (quitándote las comisiones de la cuenta nómina, por ejemplo).

Revisa las condiciones exactas que te ofrece la entidad y compáralas con otras hipotecas del mercado, para tratar de forzar al banco a mejorarlas.

Un consejo: Siempre es más fácil negociar con tu banco cuando el departamento de riesgos ya ha aprobado tu hipoteca y aún mejor cuando son varias las entidades que lo han hecho.

Cuanto mejor hayas negociado tu hipoteca, menos gastos extra deberás pagar por ella, lo que te ayudará a afrontar su pago en el tiempo con más seguridad.

 

Elige un buen seguro de vida vinculado al pago de la hipoteca:

Cuando contratas una hipoteca es habitual que las entidades bancarias te exijan que contrates un seguro de vida. Sin embargo, no estás obligado a contratar el seguro de vida que te indique el banco, sino que la Ley Hipotecaria indica expresamente que eres libre de escoger el seguro de vida para hipoteca que quieras contratar. Por eso, es conveniente que analices cuáles son los mejores, qué coberturas te ofrecen y cuál es su precio, y contrates el más adecuado para ti.

Tener un seguro de vida que cubra el capital de tu hipoteca te garantizará el pago de esta en caso de que faltes.

 

Recuerda que siempre tendrás opciones:

Si te da miedo pensar en qué pasaría si llega un día en el que no puedes hacer frente al pago de tu hipoteca recuerda que, en el peor de los casos, siempre tendrás opciones que podrás aplicar.

Solicitar una carencia total o parcial de la hipoteca (es decir, pedir al banco que te permita no pagar las cuotas durante un determinado periodo de tiempo), alargar el plazo de amortización (la duración de la hipoteca) para rebajar el coste de las cuotas, renegociar la hipoteca con otra entidad que te ofrezca unas mejores condiciones o hacer un plan de reestructuración de la deuda, podrán ser algunas de estas opciones.

Además, ahora la Ley Hipotecaria ha ampliado los plazos de la ejecución hipotecaria (el procedimiento previo al embargo de la vivienda por impago de las cuotas) de manera que no se activará hasta que pasen 12 meses del impago, si este se produce en la primera mitad del préstamo, o hasta que pasen 15 meses de impago, si es en la segunda mitad. Por lo que si un día no puedes pagar la cuota de la hipoteca, tienes un plazo para recuperarte antes de que el problema sea grave.

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