En caso de una urgencia de salud, la hospitalización puede ser necesaria y, sin duda, se resuelve de forma positiva en multitud de casos. Sin embargo, también puede suponer una experiencia estresante.

 

Ante una hospitalización, al hecho de no encontrarse bien se une el mantenerse en un entorno ajeno a nuestra vida habitual, rodeado de personas desconocidas y sometido a diversos tratamientos y procedimientos médicos intimidantes. Y, si esto es así para los adultos, imaginemos cuando el hospitalizado es un niño, cuya capacidad de comprensión de la situación es mucho más reducida.

 

La hospitalización infantil requiere de un entorno adaptado al niño

En estos casos, será fundamental para el pequeño disponer de un entorno hospitalario adecuado y ajustado a las necesidades infantiles.

De hecho, en la actualidad, los hospitales intentan cuidar los espacios para hacerlos más amables. También, cubrir asimismo las necesidades psicoafectivas del niño hospitalizado, tratando de aportar una atención integral. Para ello, se aplican programas de preparación, proporcionando información y favoreciendo la compañía de los padres durante el proceso hospitalario.

Entre las consecuencias emocionales más frecuentes de la hospitalización infantil de cierta duración puede producirse ansiedad o miedo, como en el caso de cualquier adulto. Sin embargo, los expertos en psicología infantil también aclaran que el hecho de que la hospitalización sea un acontecimiento estresante no quiere decir que vaya a afectar negativamente al pequeño. De hecho, la mayoría de los niños no muestran reacciones extremas, sino que generan respuestas habituales a una situación de incerteza como puede ser la hospitalización: ansiedad, trastornos del sueño, llanto, alteraciones digestivas, irritabilidad,... Para reducir estas reacciones negativas es fundamental la preparación psicológica previa a la hospitalización, tanto para aliviar el estado emocional del niño como el de sus padres.

 

El niño debe estar bien acompañado durante la hospitalización infantil

Pero, sobre todo, además de una atención sanitaria especializada y un entorno adecuado será imprescindible para el niño contar con la presencia y el apoyo de sus padres y familiares.

La compañía y el soporte de unos progenitores cooperativos y tranquilos, que hayan recibido toda la información necesaria sobre el proceso que seguirá su hijo, es fundamental para trasmitir al niño confianza y aliviar la tensión del proceso. Además, siguiendo ciertas pautas, se conseguirá hacer más llevadera al pequeño su estancia en el hospital:

  • Parece una obviedad, pero es esencial decirle al niño que le queremos y que estamos a su lado para ayudarle. Hay que dejar asimismo que exprese lo que siente.
  • Ayudarle con sus dudas. Podemos recurrir a un profesional sanitario para que nos ayude a explicárselas.
  • No regañarle en los momentos de malestar (punciones, tratamientos, intervenciones...) sino tranquilizarle.
  • Transmitir confianza en el personal del hospital.
  • No hablar 'en secreto' con el personal sanitario o con otros adultos delante del niño. Puede llevarle a creer que algo no va bien.
  • Animarle a que se relacione con otros niños y disfrute de las actividades lúdicas del hospital.
  • Facilitar las visitas de otros familiares, amigos, profesores, compañeros...
  • Hacer hincapié en las cosas positivas: del hospital, de su vida y de ellos mismos.

 

Guía de Orientación para PADRES o TUTORES de niños hospitalizados

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