Hablar de emociones no es fácil. No lo es para los adultos y mucho menos para los niños. Por eso, es tan importante ayudar a tus hijos a identificar, comunicar y gestionar lo que sienten.

Es tarea de los padres desarrollar la flexibilidad mental necesaria para que los niños puedan resolver los conflictos internos y para que haya una comunicación real y honesta.

Una de las principales ventajas de esta comunicación íntima es el fortalecimiento de los lazos entre padres e hijos. Compartir emociones es señal de confianza y de seguridad. Los padres deben dar los primeros pasos, compartiendo sus emociones y sentimientos, explicando lo que sienten, por qué lo sienten y qué es lo que hacen para seguir adelante. Después de ver el ejemplo, los niños se darán cuenta de que pueden hacer lo mismo. Eso les dará ánimo para compartir lo que va en su interior.

Al igual que con cualquier otra cosa en la vida, y más en el caso de un proceso de aprendizaje, la práctica es esencial [1]. Del mismo modo, la facilidad en el aprendizaje y la evolución de la expresividad depende de cada niño. No existe un método ideal que funcione con todos. Es importante darte cuenta de lo que funciona con tus hijos y aprovechar aquellos métodos que producen mejores resultados.

Ayudarlos a reaccionar a las emociones, creando un vínculo entre lo que pasó, lo que sienten y el comportamiento, es vital para que entiendan las razones y las maneras de lidiar con la situación.

Pide a tus hijos que te cuenten lo que pasó, lo que sienten y lo que quieren hacer. Comparte con ellos cómo sería tu reacción y qué harías o has hecho en situaciones similares. Así, creando esta conexión, los niños tendrán mayor capacidad para hacer frente a nuevas situaciones en el futuro.

Hazlos sentir que es normal tener emociones y sentimientos. Los niños deben aprender que todas las emociones son normales, pero que ciertos comportamientos no lo son. El comportamiento positivo debe ser reforzado con alabanza y celebración, ya sea cuando los niños tratan de identificar la emoción, cuando tratan de manejarla o cuando tratan de resolver los problemas de una manera más madura.

El uso de los libros infantiles y dibujos animados para reforzar estas ideas - asociando las emociones a lo que está sucediendo en la historia, mostrando las expresiones faciales y el lenguaje corporal de los personajes, es una forma divertida y ligera de mejorar las habilidades emocionales de los niños.

¡No intentes “educar” o practicar estos ejercicios en el medio de una rabieta [2]! Lo importante en estos casos es que se calmen y estabilicen. Más tarde será el momento para hablar de lo sucedido y tratar de entender los porqués, utilizando todas las situaciones como oportunidades de aprendizaje.

 

 

 

[1] Vanderbilt University. "Teaching Your Child to: Identify and Express Emotions"

[2] Firestone, L. "Tips for Helping Kids Handle Their Emotions", 2012