A veces comemos por hambre, pero otras veces no se trata del hambre… sino de aliviar el estrés.

Comer por estrés (stress eating) significa utilizar la comida para reprimir un síntoma de estrés con el fin de sentirse mejor consigo mismo. Sin embargo, la ansiedad no desaparece comiendo, simplemente le damos una sensación momentánea al cuerpo que acaba traduciéndose en ganar peso y perder salud.

Crea una rutina que sustituya esta forma de intentar contrarrestar el estrés. Por ejemplo, puedes prepararte una rutina de deporte para cuando empiezas a ponerte nervioso o algún ejercicio de respiración para tranquilizarte.

  • Ir bien acompañado: o bien llamando a un amigo con el que puedas quedarte hablando y pueda hacerte de freno, o de una revista, libro o móvil para escuchar música, de tal forma que podrás distraerte sin necesidad de comer.                 
  • Relájate, pero hazlo bien: date un baño, enciende algunas velas, toma el aire en una terraza o quédate tumbado un rato con tu mascota.
  • Sustituye la comida por algo más sano, por ejemplo, puedes tomarte un té o una pieza de fruta.
  • Gasta esa energía. Aprovecha para correr, hacer algún ejercicio, nadar o, simplemente, dar un paseo. Acabarás más tranquilo y no habrás recurrido a comer por estrés (y, aprovechando, ¡habrás hecho algo saludable!)
  • Intenta tener control sobre ti mismo. Respira hondo, se consciente de cómo estás y de si necesitas realmente o no comer en ese momento.