Cada día nos preocupamos más por mantener un ritmo de vida saludable y, aunque evidentemente eso es algo positivo para todo el mundo, no debemos preocuparnos en exceso. Por ejemplo, cuando un hijo sufre obesidad, debemos intentar ayudarle, pero sin forzar nunca más allá de sus límites.

Lo primero que tienes que tener en cuenta es que es muy probable que, si sufre de obesidad, repercuta en una baja autoestima o incluso pueda llegar a ser intimidado, por ello es importante que reciba un apoyo fuerte y empático durante el proceso.

Lo segundo es que este proceso no debe hacerlo solo, por lo que te recomendamos acompañarle y ser un ejemplo a seguir para él. Además, debes animarle a realizar ejercicio durante mínimo una hora al día y, si es posible, hacerlo juntos.

Por supuesto, muchas veces nuestros hijos comen lo que nosotros preparamos o a lo que están acostumbrados en casa, es aquí donde tu papel adquiere mucha importancia: debes intentar que coma en las proporciones que deberían corresponderle y que se acostumbre a tomar comidas y bebidas saludables.

Aunque creemos que es cuestión únicamente de la alimentación, no es así. Es fundamental también respetar las horas de sueño y de descanso.

Por último, algo que debemos tener en cuenta es que no debemos intentar cambiar de manera radical su estilo de alimentación. Es decir, si está acostumbrado a tomar pizzas, la mejor forma puede que sea hacer una pizza casera saludable antes que quitársela de golpe (lo cual seguramente haga que la tome en otro momento o que le siente peor), para ello existen muchas recetas de snacks saludables.

No obstante, evidentemente, hay algunas condiciones para las que estos consejos no son suficientes, así que no dudes en consultar a médicos y especialistas.