Los alérgicos llevan desde finales de marzo sintiendo los inconvenientes que la estación primaveral tiene para ellos, pero, ¿qué pasa con los que sin tener alergias notan mayor cansancio o irritabilidad? ¿Es el inicio de la primavera un poco amargo?

Tranquilo, no estás enfermo ni puedes diagnosticarte una depresión, se trata de la astenia primaveral.

El comienzo del horario de verano o las alteraciones bruscas de temperatura son algunos de los motivos por los que nuestro cuerpo se encuentra más cansado. Trabajar para adaptarse a los cambios propios de esta estación supone para nuestro organismo un esfuerzo extra, que repercute directamente en nuestro estado de ánimo.

Aunque las temperaturas comienzan a ser más cálidas, todavía sigue siendo complicado escoger la ropa adecuada para salir a la calle, por lo que aparecen los típicos resfriados por el “cambio de tiempo”>/span>.

Si sumamos la adaptación de nuestro reloj biológico a las nuevas horas de luz, la falta de sueño que supone el cambio horario y las dificultades que podemos tener para recuperar nuestros hábitos a la hora de dormir, podemos entender que ese mal humor tenga una justificación.

¿Qué podemos hacer? Antes de nada, asumir que es pasajero, y que pronto nos dedicaremos a disfrutar de esta época del año.

En el caso de que estos síntomas se mantengan de forma prolongada en el tiempo podremos cuestionarnos si se trata de un síndrome de fatiga crónica, pero si no es así, debemos tener cuidado con “los remedios milagrosos” para superar la astenia primaveral. Los complejos vitamínicos, especialmente aquellos que no se disuelven en agua y por lo tanto no se pueden excretar con la orina, no deben ser consumidos sin prescripción médica.

¿La mejor receta? Paciencia y un suplemento de atenciones con nosotros mismos para que se pase lo antes posible.

 

Fuentes:

http://www.elespanol.com/ciencia/salud/20170321/202479864_0.html