La adolescencia, esa época llena de cambios, preguntas y emociones encontradas, se convierte en una escena donde parece que nuestro papel como padre o madre se pone a prueba.

Conforme nuestros hijos crecen van adquiriendo nuevas experiencias, nuevos gustos, nuevos intereses y metas que pueden romper la armonía familiar. Nosotros como padres, debemos adaptarnos a estos cambios de la mejor forma posible, aportando flexibilidad en muchas de las costumbres, tradiciones y límites que les hemos impuesto como autoridad, pero sin dejar de ser lo que somos, padres.

Durante este periodo, los hijos lo cuestionan todo por la necesidad de establecer su propia autoridad y su propia identidad, lo cual nos suele asustar.

Javier Quintero, Jefe de Servicio de Psiquiatría en el Hospital Universitario Infanta Leonor, compara la adolescencia con las obras de una casa, no se trabajan todos los oficios a la vez. Durante la adolescencia, en nuestro cerebro se producen varios cambios, existe un desarrollo más marcado en las regiones subcorticales (parte emocional) que en la corteza prefrontal (parte racional, la que planifica y toma decisiones). Con la región subcortical más desarrollada, la parte racional no es capaz de controlar las olas emocionales que experimenta el cerebro de nuestros hijos. Por esta razón, como padres y con nuestra parte racional madura, debemos controlar la situación y entender lo que está sucediendo en el cerebro del menor. No podemos responder con emociones a sus emociones, o entraríamos continuamente en un círculo vicioso.

Javier Quintero recalca que tenemos que procurar ser emocionalmente neutros y contundentes con nuestros planteamientos, de la misma forma que lo hacíamos cuando eran pequeños y no querían comer. Claramente tendremos muchas otras ocasiones para poder conectar con nuestros hijos emocionalmente, pero sin olvidar que no somos su “colega”. Puede que nos llevemos muy bien con ellos y tal vez que se lleve mejor con nosotros que con sus propios amigos, pero siempre seguiremos siendo su padre o madre. Hay que aprender cuándo escuchar, cuándo controlar las emociones, cuándo ser contundente y cuándo ser normativo.

El objetivo fundamental de la educación de nuestros hijos es conseguir que aprendan a ser responsables y consecuentes con sus actos. Para ello, muchas veces es necesario dejarlos tan libres como sea posible según su edad, sin imponer reglas superfluas. Javier Quintero subraya que “muchas veces lo contrario de lo que se piensa, nos ofrece la oportunidad de comprender sus comportamientos, que no significa aceptarlos, y desde ahí poder ayudarles”.

Siempre serán nuestros niños, aunque crezcan, siempre lo serán. Los cuidamos, los protegemos, los educamos…todo en busca de su felicidad. Para eso estamos, somos padres.

 

Fuente: 

http://www.abc.es/familia/vida-sana/abci-padre-adolescencia-no-tiene-hostil-pero-si-contundente-y-normativo-201709201414_noticia.html