Recuerdo que el primer día de vuelta de vacaciones de Navidad nos dejaban llevar un juguete al cole. Yo siempre llevaba una Barbie, la misma Barbie, no me la habían traído los Reyes ese año, ni el anterior, ni el anterior, me la regalaron con dos años por mi cumple y siempre llevaba la misma, porque hablaba y a mí y a mis amigas nos encantaba.

Después fuimos creciendo y cada una de mis amigas, como yo, tomamos un rumbo: Universidad, trabajo, nuevos amigos... pero todos los años por Navidad no fallaba nuestra quedada, y para recordarlo todo mejor siempre llevaba la Barbie a que dijera las palabras de honor. Pero el año pasado dejó de hablar, se estropeó y este año nos juntaremos el día de Reyes con la Barbie, pero muda y nunca será igual.

Por eso me gustaría que Barbie fuera al Hospital de Juguetes y volviera a nuestra cena con unas cuerdas vocales nuevas y que dijera por nosotras: ¡Siempre juntas!

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