En mi caso no se trata de un juguete roto, quiero compartir un sueño sobre un juguete muy deseado en mi infancia.

Durante muchos años pedía a los reyes la misma muñeca. Era rubia preciosa y se llamaba Eliane.

Lo fabuloso de aquella muñeca, no era el color de su pelo ni su nombre. Lo mejor de ella era que andaba, seguro que los niños de ahora se reirían al verla andar ya que lo hacía como una especie de robot. Yo tenía unos diez años y alucinaba con aquellas piernas alineadas y perfectas así como en los pasitos que iba dando.

Durante muchos años soñé con aquella muñeca, pero era una muñeca demasiado cara para mi familia y nunca me la pudieron regalar. En cada Navidad des del hospital me sentía dolida y decepcionada porque los reyes no me la regalaban.

Un año, hubo una niña a quien se la regalaron. Negocié con ella y le ofrecí todos mis juguetes, y todo lo que más apreciaba. Pero cuando hicimos el cambio vino una monja e hizo que se la devolviera, lloré muchísimo, no entendía porque aquella niña podía tenerla y yo no. Seguí mirando a Eliane en los anuncios de los tebeos casi hasta hacerme mayor. No era la muñeca, eran sus piernas, ella podía andar y yo no, cuando volví a caminar pude olvidarme de Eliane.

 

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