Mis padres eran de los que nos traían lo que "decidían" los Reyes Magos, por eso aunque durante muchos años me pedía el mítico Autocross, nunca me lo trajeron. Ya de adulto, y en tono de broma le reprochaba a mi madre mis traumas infantiles por no haber tenido el Autocross ;)

Un año, cuando yo ya superaba la treintena y después de rebuscar por tiendas de juguetes antiguos e internet, me sorprendió regalándome el Autocross, imaginaros mi cara. Pero las madres son así y me sonrisa y mirada de niño brilló como nunca.

Cuando años después nació mi hijo Gael y tuvo la destreza para jugar con el, descubrí que a él también le volvía loco "mi Autocross". Le vuelve loco y ha pasado horas jugando con él, pero desde hace unos meses no sabemos qué le pasa que no funciona y tanto a Gael como a mí nos encantaría volver a jugar juntos con un juguete con tanta historia.

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