La pandemia de COVID-19 ha supuesto, para todo el mundo, una situación de salud, asistencia sanitaria y gestión sin precedentes en los últimos 100 años. Pero, además, parece que aún experimentaremos durante algo más de tiempo sus efectos financieros. El Fondo Monetario internacional, el FMI, ha advertido que se podría producir una desaceleración generalizada en la economía mundial. Por ello, es lógico que entre los ciudadanos aumente la preocupación por las finanzas personales.

 

Ingresos y ahorros

Como efecto directo del confinamiento se ha producido en toda Europa una caída en el empleo y los ingresos. Si hablamos de España, según una encuesta de ámbito europeo elaborada por la empresa sueca de gestión de cobros y patrimonios Intrum, casi seis de cada diez personas (59%) afirma que su bienestar financiero se ha reducido en los últimos seis meses, y sólo un 23% (igual que la media europea) espera mejoras hasta final de año.

Pero la pandemia no sólo ha tenido efectos inmediatos sobre las economías domésticas, sino que también presenta implicaciones a largo plazo para los consumidores. Un 39% de los europeos asegura que está ahorrando menos que antes del COVID-19. En España se supera esa media y son más los que han perdido capacidad de ahorro: un 43%.

Así, ha crecido significativamente el número de europeos que no están seguros de poder encarar una jubilación cómoda, ahora son 4 de cada 10. Este incremento, calculado desde finales de 2019 hasta ahora, se hace especialmente notable en el caso de las personas situadas en edades próximas al retiro: entre los 45 y 54 años (+15%) y entre los 55 y 64 años (+8%).

 

Aspectos positivos y de mejora

Sin embargo, y aunque el estudio al que hacemos referencia deja patente que la situación actual ha aumentado la presión financiera sobre la mayoría de consumidores, también recoge algunos aspectos positivos. Uno de ellos ha sido la reducción del gasto financiero, con el descenso de consumos no esenciales. Este impacto positivo es apuntado por el 33% de los españoles, frente al 36% de la media europea.

Lo que queda igualmente claro es que, ahora más que nunca, es primordial que los consumidores dispongamos de los conocimientos necesarios para poder gestionar de forma adecuada nuestras finanzas. Es imprescindible en una situación como la actual, de reducción de ingresos, incertidumbre laboral y la posibilidad de una recesión global. Y ello pasa por mejorar la educación financiera en etapas tempranas (por ejemplo, a un 62% de los españoles encuestados hubieran preferido aprender más sobre economía doméstica en el colegio), además de obtener información útil y ajustada a la realidad sobre nuestras expectativas financieras de futuro.