Cuando vamos a  comprar zapatos, además  de la estética y la funcionalidad, uno de los criterios que solemos tener en cuenta es el confort: si podemos caminar bien, si  aguantamos durante un día entero de pie… Pero, ¿a que nunca nos hemos parado a pensar en si caminar descalzos sería lo más cómodo? Según un estudio de 2016, publicado en la revista Journal of Sport and Health Science, correr descalzo “disminuye considerablemente las posibilidades de que el atleta sufra lesiones, ya que produce cambios significativos en el tipo de apoyo del pie”.

En serio, ¿correr descalzo?

Al correr sin zapatillas, la tendencia natural del pie es iniciar el contacto con el suelo con la parte delantera (metatarsiana) para minimizar los picos de impacto. Esto obliga, por otra parte, a que todo nuestro cuerpo haga ejercicio, desarrollando más los músculos de las piernas, los abdominales y los lumbares. En resumen: mayor rendimiento, menos lesiones.

¿Y las zapatillas?

Actualmente, se han hecho grandes avances en la fabricación de zapatillas  a nivel de innovación, optimizando la capacidad de amortiguación y acolchando las plantillas, por ejemplo. Sin embargo, para algunos especialistas, estos avances incentivan ese primer contacto con el suelo con la parte posterior del pie (calcáneo), lo que genera “importantes picos de impacto que inciden negativamente en la salud y el rendimiento deportivo”. Esto, unido a un excesivo movimiento transversal del tobillo, parece estar directamente ligado a la aparición de lesiones de carácter crónico.

La situación ideal

Según los especialistas, lo ideal sería andar con los pies descalzos al menos una hora al día sobre superficies naturales, como arena de la playa o césped. Si estas superficies no están a tu alcance, siempre puedes caminar sin zapatos por casa o hacer ejercicios con una “bossu”, una media pelota de Pilates que ayuda a fortalecer los músculos y ligamentos, y a mantener el equilibrio.

 

Fuente: 

https://elpais.com/elpais/2017/11/03/buenavida/1509710762_289574.html