Durante los últimos años, el consumo de agua embotellada a nivel mundial ha sufrido un considerable aumento. España es el cuarto país europeo que más consume agua envasada[1], y por delante se sitúan Italia, Alemania, Bélgica y Portugal respectivamente. En la mayor parte de nuestro país el agua de grifo es perfectamente potable y disfrutar de ello es una ventaja, sin embargo, no todo el mundo prefiere esta opción, ¿cuál es la más saludable?
Son igualmente saludables. A excepción de aquellas zonas en las que no se recomienda su consumo, en nuestro país no existen diferencias entre agua del grifo y la embotellada.
La del grifo, debido a la alta cantidad de cloro en algunas zonas, debe de ser tratada y por este motivo el sabor puede variar de un sitio a otro. Es cierto que algunas aguas embotellas han sido sometidas a un proceso de potabilización para adaptarlas al agua natural del grifo.
Escoger entre los distintos tipos de agua depende básicamente de nuestros gustos. Sin embargo, es muy importante tener en cuenta el ámbito ecológico. En este aspecto el agua de grifo gana por goleada. Las botellas de plástico tardan en degradarse entre 100 y 700 años, y la destrucción del plástico puede generar una gran cantidad de gases tóxicos.
Las botellas de plástico no deben ser reutilizadas. Se trata de una costumbre bastante generalizada, pero si el agua permanece mucho tiempo embotellada a temperatura ambiente puede aparecer un compuesto dañino llamado bisfenol – A, que se va desprendiendo del agua.
Por último, hay que destacar que en caso de emergencia y catástrofes resulta muy útil tener acceso a agua embotellada. Afortunadamente, son pocas las catástrofes naturales que sufrimos en nuestro entorno, pero cuando ocurren, las redes de abastecimiento suelen romperse, contaminando con gran rapidez toda fuente de agua potable.
Fuente:
[1] http://www.aneabe.com/el_agua_mineral/cifras-del-sector/
